Al analizar las consideraciones que tuvieron los jueces del Tribunal Constitucional con voto de mayoría y de disidencia, luego el dictamen de la Contraloría General de la República, queda claro que por primera vez se lleva la discusión a su tema central: reconocer o no la dignidad de ser humano del embrión desde la
fecundación hasta la anidación y por ende sus derechos constitucionales. De este reconocimiento es de donde derivarán las distintas posiciones de quienes promueven o no la anticoncepción de emergencia.
¿Podemos disponer de la vida de este ser humano en sus primeras etapas de desarrollo?, ¿tenemos claro que ninguno de nosotros estaríamos vivos y seriamos considerados personas, si no se hubiera protegido nuestra integridad en estas etapas?, siendo el derecho a la vida un derecho superior mayor que el derecho a la propiedad privada, libertad, derechos reproductivos, etc. ¿podemos priorizar los derechos de la madre, políticas de salud pública u otros, por sobre los del embrión?, la no maleficencia, principio básico de la ética médica, ¿no se aplica al ser humano en sus primeras etapas de desarrollo?
Una discusión seria, en una sociedad en pleno siglo XXI, obliga no sólo a los miembros del equipo de salud, legisladores e instituciones involucradas, sino sobre todo a cada uno en particular a responder estas preguntas, informarse adecuadamente, revisar la literatura y tomar así una posición que le permita actuar consecuentemente.
La discusión desde el punto de vista ontológico, filosófico y ético, es aún mas amplia y sin duda se extenderá a otros campos de la medicina, como ha ocurrido en otros países: el aborto, la eutanasia y la manipulación de embriones.
Personalmente creo que el ser humano existe, como lo señalan los textos clásicos de embriología, desde la constitución del cigoto y como tal tiene la dignidad de cualquier ser humano, independiente de su tamaño, etapa de desarrollo, capacidad intelectual, de comunicación, de autonomía, etc. Somos el mismo ser humano desde la concepción hasta la muerte y espero que cuando no podamos defender nuestros derechos constitucionales, alguien mantenga una voz que repita que estos derechos derivan de nuestra dignidad de seres humanos y no de nuestras características y/o capacidades.
Dios le dice el profeta Jeremía (Jeremía 1:5) “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que salieses de la matriz te santifiqué, te dí por profeta á las gentes”. También el salmista declara (Salmo 71:6) “Por ti he sido sustentado desde el vientre: De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacaste: De ti será siempre mi alabanza”. Por tanto, la Biblia Nos ilustra claramente que es Dios quien nos forma desde que un óvulo es fecundado por un ezpermio, es decir, desde la concepción misma, el cigoto es Dios quien lo forma durante 9 meses, por ello creo que también es un atentado contra los valores cristianos.
Tu decide, ahora que tienes información suficiente.
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